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Pensamientos del 2009
28 de diciembre del 2009
“¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre”.
Salmo 73:25-26
Hace algún tiempo atrás Whitney Houston, sacó un nuevo disco titulado: “I look to you”, (Te miro a ti).
Después de estar unos 6 años sin sacar nada nuevo, y pasar por la peor crisis de su vida, después de grandes éxitos, ella misma cuenta en alguna de sus entrevistas, que llegó a perderlo prácticamente todo, su fortuna, su fama, llegando incluso a dormir en la calle, consumiendo drogas, y un largo etc. En esos momentos de desesperación, ella decidió volverse a Dios, pedirle a Dios que le ayudara a dejar esa vieja vida, y decidió “mirar a Dios”, y así hoy nos ha llegado hasta nosotros, esa maravillosa letra de esa canción, que traducida al español, dice así: “Como estoy cayendo, cielo escúchame ahora, estoy perdida sin saber por qué, después de darme entera. Las tormentas del invierno llegaron, y oscurecen mi sol, después de todo lo que fui, ¿a quién sobre la tierra acudiré? Te miro a ti… Te miro a ti… Después de perder todas mis fuerzas, en Ti podré ser fuerte. Te miro a ti… Te miro a ti…Y cuando las melodías se hayan ido, en Ti yo oiré una canción: Te miro a ti...”.
La canción nos sigue diciendo, que cuanto esté sin fuerzas y casi sin aliento, te miraré a ti… y otras muchas cosas dice esa linda canción.
Hoy, ¿cuántas personas, pueden quizás sentirse sin aliento, sin fuerzas, sin saber que hacer o que pensar? Hoy es un buen día, para que reflexionemos como estamos viviendo, y nos hagamos el firme propósito de “Mirar a Dios”. No importan las circunstancias por las que puedas estar pasando, “mira a Dios”, cuando lo haces, Dios vendrá a tu encuentro, te susurrará al oído y podrás notar, cuan importante y especial eres tú para Dios.
El Salmista del encabezamiento, sabía que en el Único en quien podía confiar era en Dios. Si nosotros decidimos hoy, “mirar a Dios”, sabes que, el sol volverá a salir en nuestras vidas, y volveremos a tener una sonrisa y una esperanza, para regalársela a tantas personas que tienen una necesidad imperiosa de “mirar a Dios”.
Corrie Ten Boom, esta gran misionera holandesa, dijo en una ocasión: “Si miras al mundo te afligirás. Si miras a tu interior te deprimirás pero si miras a Dios ¡reposarás!.
Que Dios te bendiga.
Bruno González
24 de diciembre del 2009
“Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo, que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor”.
Lucas 2:10-11
Imagínate el cuento de Aladino y su lámpara maravillosa. Imagina, que tienes una de esas lámparas, y comienzas a frotarla y te sale un mago que te dice: ¡Oh mi señor, gracias por sacarme de la lámpara, ahora te concedo un deseo! ¿Qué le pedirías? _ Bueno, yo primero le diría que en el cuento se concedían 3 deseos. Pero el mago me diría, que con la crisis mundial él solo puede conceder un deseo, pero tan grande como tú puedas imaginar. ¿Qué le pedirías?
Dejemos volar nuestra imaginación...
Bueno, después de dejarla volar por un tiempo, seguro que para estas navidades, todos tendremos deseos y sueños hermosos, que nos gustaría ver hechos realidad.
Pero os lo confieso: ¡No salgo de mi asombro! Llevo tiempo buscando en Internet, en libros, en distintas fuentes seculares, frases o relatos que hablen del verdadero significado de la navidad. Y casi todas esas frases o relatos, hablan de lo mismo; de los regalitos, de la amistad, de las comidas, de las vacaciones… Pero ninguno de esos relatos, nos habla del verdadero significado de la navidad. Ninguno de ellos nos habla de que Dios decidió mandar a su Hijo al mundo, nacido de mujer, nacido en un comedero de animales, que desde que nació quisieron matarle, que no tuvo durante toda su vida un lugar donde recostar su cabeza, y que encima muere en una Cruz por nuestros pecados, para que nosotros hoy día tengamos la vida eterna.
Se que esta historia que nos cuenta la Biblia, ya no es muy popular en nuestros días. Ya se ha dejado a un lado, “como si fuera un cuentito para mayores o para gente anticuada”. Pero mira, esta historia real, que ocurrió hace unos 2000 años, en la tierra de Israel, es la historia más hermosa que cualquier persona, pueda oír y recibir.
Ese regalo, que es el SALVADOR del mundo, nos es dado por Dios, y nos es enviando a nuestra dirección, para traernos Paz a nuestros corazones que están en guerra y separados de Dios. Y también nos es dado, para perdonar nuestros pecados y reconciliarnos con Dios.
Te animó, a que recibas el mejor regalo que jamás nadie podrá darte. Cristo Jesús. Él es enviado gratis para ti, ya que Él pago el precio por ti.
Que Dios te bendiga.
Bruno González
16 de diciembre del 2009
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de Paz”.
Isaías 9:6
Cuando éramos pequeños, muchos de nosotros, soñábamos con nuestros héroes de la infancia. Soñábamos quizás con parecernos a Batman, Spiderman… y toda esa colección de héroes ficticios que pueden venirte a la memoria.
Pero la Biblia nos habla, del mayor de todos los héroes que ha dado la historia. Y en este caso, no es un héroe de comics, ni de ficción. Este es un héroe real. Que tiene la capacidad de Ser Dios, con todos sus atributos y a la misma vez, es hombre, tal y como lo somos nosotros, pero sin pecado.
Ese héroe, que nos nació hace unos 2000 años atrás, Isaías nos dice de Él, que es:
Admirable consejero. Es decir, nos dejará con la boca abierta. Ya que a diferencia de los reyes de la tierra, Él tendrá una capacidad sobrenatural para desempeñar todas las funciones reales. Hará que su reino, sea un reino próspero y admirado.
Dios fuerte. Nadie podrá interponerse en sus caminos y planes. Como guerrero victorioso, Él ganará todas y cada una de las batallas que se le presenten.
Padre eterno. Ese Mesías prometido, actuará como un padre maravilloso para todos sus hijos. Donde los guardará, cuidará y suplirá cada una de las necesidades de ellos.
Príncipe de Paz. El traerá consigo, en el sentido más absoluto y perfecto de la palabra, una Paz verdadera y duradera que no tendrá fin.
¡Guau!. No se tú, pero yo me quedo con este héroe. Ya que es un héroe de verdad, y tiene todos los atributos necesarios, para comprenderme, consolarme, cuidarme, bendecirme, traer paz a mi corazón y un largo etc...
Te animo, a que pongas toda tu confianza en ese héroe, que decidió dejar su trono en el cielo, decidió hacerse como nosotros. No vino a vivir a un palacio, sino decidió nacer en un pesebre de animales, no fue bien recibido, no tuvo nunca un lugar donde reposar su cabeza, y murió como un maldito en una cruz. Pero al tercer día resucitó, venciendo así la muerte, y tiene todo el poder para traer paz verdadera a los corazones de quien le buscan. Y Volverá con poder para reinar por toda la eternidad.
Entrégate a Él y pasarás a formar parte del equipo ganador.
Que Dios te bendiga.
Bruno González
07 de diciembre del 2009
“Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices… Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido”.
Génesis 32: 26 y 2
Alguien dijo en una ocasión: “En la vida hay algo peor que el fracaso; y es no haberlo intentado”.
Aquella no fue una noche cualquiera. Fue una noche, que cambió el rumbo de la vida de Jacob para siempre. Durante unos 20 años, Jacob estuvo viviendo y trabajando con su suegro, con la intensión de pagar el precio, tanto por sus esposas, como por su ganado. Y había llegado el momento de partir, de dejar la comodidad del hogar familiar, para aventurarse a un nuevo sueño, pero esta vez, siendo él, el jefe de su casa.
Pero Jacob, había dejado atrás un problema, que no había solucionado por más de 20 años con su hermano Esaú. Y esa noche, antes de enfrentarse a su hermano, Jacob tiene una lucha con Dios mismo. En esa lucha espiritual que mantiene con Dios, ya en la madrugada, el Señor le pide a Jacob que lo deje marchar. Pero Jacob, que no era alguien, que se conformaba con cualquier cosa, después de que el Señor lo había dejado cojo, dolido, derrumbado, cansado de toda una noche sin dormir… En ese momento, y con las pocas fuerzas que le quedaban, Jacob hace algo que cambió para siempre su vida. Jacob decidió, herido como estaba, agarrarse con todas sus fuerzas a Dios y decirle: “No te dejaré, si no me bendices”. Vuelvo a repetir las palabras de Jacob: “No te dejaré, si no me bendices”.
Querido amigo lector, la historia no la van a cambiar las personas que cuando caen o fracasan, deciden no levantarse y seguir intentándolo.
Si Jacob aquella noche, no decide ir un poco más allá, y agarrarse a Dios con todas sus fuerzas, no hubiera recibido la mayor bendición que cualquier persona puede recibir. ¿Sabéis en qué consistía la bendición a Jacob? Nada más y nada menos, Dios le cambió su nombre de Jacob que significaba suplantador o engañador, por el de Israel, que significa, El que lucha con Dios o Príncipe de Dios.
Jacob, para llegar a ser un príncipe de Dios, tuvo que luchar y agarrarse a Dios con todas sus fuerzas.
Hoy, igual que hace tantos años, nosotros podemos marcar la diferencia y ser príncipes de Dios, y esa diferencia la marcamos, si nos agarramos a Dios con todas nuestras fuerzas y le pedimos que nos ayude.
Que Dios te bendiga.
Bruno González
30 de noviembre del 2009
“Aconteció un día, que entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y partieron. Pero mientras navegaban, él se durmió. Y se desencadenó una tempestad de viento en el lago; y se anegaban y peligraban”.
Lucas 8:22-23
¿Cuántas veces, quizás habremos oído, esa expresión? ¡Hoy es el día!... Ya sea para declararle tu amor a alguien, ya sea para comenzar un nuevo trabajo, ya sea para decirle ¡sí!, a esa persona con la que vas a compartir el resto de tu vida… Lo cierto, es que hay algunos días, que van a cambiar nuestra historia para siempre. Los discípulos de Jesús, en estos versículos del encabezamiento, ese día, iban a aprender una nueva lección que no olvidarían jamás.
Imaginaros la escena. Entran todos los discípulos en esa barca, y cuando comienzan su travesía, el Señor decide acostarse a dormir. Y es que Él, como humano que también era, se sentía muy cansado después de un duro día de estar enseñando, sanando y ministrando a otros. Y cuando el Señor se queda profundamente dormido, comienza una tremenda tempestad en medio del mar. Y ellos comienzan a luchar con todas sus fuerzas, para salvar sus vidas, pero, mientras tanto, que hacía el Señor… ¡Sí!, Él simplemente, dormía.
Ahora piensa por un momento en tu propia vida y en las tormentas o tempestades, por las cuales puedas estar pasando… ¿No has motado alguna vez, que mientras tú batallabas en medio de esas pruebas, sentías, como que el Señor dormía?... No se cual será tu respuesta, pero si soy sincero contigo, “yo sí lo he sentido”. Yo sí he sentido, que “parece”, que a Dios no le importa mucho mi situación y por lo que pueda estar pasando… Yo si he sentido, que parece que Él está dormido, cuando yo estoy sufriendo… Yo sí he sentido que...
Y algunas veces, en mi interior me puedo sentir así. Pero tengo algo muy claro, y es que no es cuestión de cómo yo pueda o no pueda sentirme. Es simplemente, CUESTIÓN DE CREERLE A DIOS. A ese Dios, que cuando tú sientas, que no puedes más, que tus brazos se han cansado ya de tanta lucha, que tus piernas no puedan seguir caminando… simplemente, ve al Señor y clámale pidiendo Su ayuda y bendición, y te aseguro, que Él vendrá en tu ayuda, y sentirás esa Paz que solo Jesús puede darte. Quizás, quitará tu tormenta, o quizás no. Pero te sentirás, como que la vida vuelve a tomar sentido para ti.
Ese día, cambiaron muchas cosas en la manera de ver los discípulos al Señor. Este día, puede ser un día, donde podrás disfrutar de una nueva dimensión con el Dios. Arriésgate por el Señor, que Él se arriesgó por ti.
Que Dios te bendiga.
Bruno González
24 de noviembre del 2009
“No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe”.
Gálatas 6:9-10
Alguien dijo en una ocasión: “Las lágrimas más amargas que se derramarán sobre nuestra tumba, serán, las de las palabras no dichas y las de las obras inacabadas”.
Creo que el cementerio, no es uno de esos lugares, que realmente nos gusta frecuentar. Pero por diferentes motivos, algunas veces, tenemos que visitarlo. En mi caso personal como pastor, es uno de esos lugares que tengo que visitar, tanto, cuando tengo que ministrar en algún sepelio, como por la muerte de algún familiar o amigo.
Con los años uno se ha vuelto observador. Y me he fijado, que muchas de las lágrimas que se derraman en un entierro son, no solo por la pérdida de un ser querido, sino también, por todas esas oportunidades que se perdieron, para decir en vida, todo aquello que no fueron capaces de decir cuando la persona aún estaba entre nosotros.
Personalmente, me parece una completa hipocresía, y una falta de respeto para la persona que ha fallecido, no aprovechar la vida, para decirle todas aquellas palabras de ánimo, cariño y aliento, que quizás se guardaron en el corazón, y no se dijeron, cuando se tuvo toda una vida para poder decirlo. Y luego a la obra del último adiós, frente a la tumba, se llora amargamente, por haber perdido una vida, sin expresar esos sentimientos.
El apóstol Pablo, nos anima en estos versículos, a que aprovechemos cada oportunidad que tengamos en la vida para hacer el bien. Y ya que la vida que hoy tenemos en Cristo, constituye un privilegio único para poder servir a otros en el nombre de Jesús, disfrutemos de ese regalo, para que otros puedan ser bendecidos en Cristo, por medio de ti.
No pierdas más tiempo en pequeñas o en grandes riñas. No pierdas más tiempo, en esperar que otros vengan a ti para que te bendigan… Sé tú una bendición para otros.
Te aseguro, que cuando tú decides hacer el bien y decir todas esas palabras de ánimo, aliento y bendición para otros, tú vas a ser el mayor bendecido. Y cuando algún ser querido, baje entonces a la tumba, no llorarás de tristeza y amargura, por no haber aprovechado tu oportunidad para decirle en vida, todo lo que querías decirle. Sino que, si llorarás, lo harás de alegría, por haber aprovechado todas y cada una de las oportunidades que el cielo te brindó para hacer el bien.
Que Dios te bendiga.
Bruno González
16 de noviembre del 2009
“En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuera y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.
Juan 14:2-3
Siempre que me reúno, o hablo por teléfono con algún amigo, que hace mucho tiempo que no veo, le suelo decir en un momento dado de nuestra conversación: “Que sepas, que donde quiera que yo esté o viva, tú tendrás un lugar para quedarte a dormir”. Y es que, como a muchos de vosotros, a mí también, me gusta disfrutar de la compañía y comunión de buenos amigos.
Cuando el Señor les estaba hablando a sus discípulos, en estos versículos del encabezamiento, Él estaba viviendo la última noche, antes de ser entregado, para luego ser crucificado.
Y a propósito, dejé para el final, otra cosa, de la cual el Señor les estaba hablando. Y era nada más y nada menos, que del cielo, y de lo que Él iba a estar haciendo allí, hasta que volviera a buscar a los suyos. “Él iba a preparar lugar para nosotros”.
A mi me gusta, de vez en cuando, dejar volar mi imaginación. Por lo tanto, a veces me pongo a pensar, como será esa casa que el Señor está preparando para mí. No se si recuerdas, ¿a que se dedicaba el Señor, antes de comenzar su ministerio público?. Acertaste. ¡Sí, era carpintero!. Y ahora, nos dice Su Palabra, que Él iba a estar preparando lugar para nosotros. ¡Guau!.
Aún, no se, como será esa morada, que el Señor, tiene preparada para mí, y para cada uno de ustedes. Pero de lo que estoy seguro, es que allí, no tendremos una hipoteca que pagar, ni lugar que alquilar. Allí viviremos en un lugar, que nunca se derrumbará por ningún fenómeno meteorológico, ni de ninguna otra índole. Ya que el constructor y arquitecto, de toda esa obra, es nuestro Señor Jesucristo.
Te invito, a que inviertas en el reino de los cielos, y verás los beneficios y mansiones que allí tendrás
Que Dios te bendiga.
Bruno González
09 de noviembre del 2009
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda más tenga vida eterna”.
Juan 3:16
Hace tiempo oí una historia que me conmovió. Esta historia se titulaba “El collar de Turquesas”. Y cuenta de una niña que vio detrás del mostrador de una joyería, un hermoso collar azul de perlas, carísimo. La niña llamó la atención del vendedor y le dijo: “Es para mi hermana, ¿podría hacerme un lindo paquete?”.
El dueño del local, miró a la niña con cierta desconfianza y con toda tranquilidad le preguntó: “¿Cuánto dinero tienes, pequeña?”. Sin alterarse ni un instante, la niña sacó de su bolsillo un pañuelo lleno de nudos, los cuales delicadamente fue deshaciendo uno por uno. Cuanto terminó, colocó orgullosamente el pañuelo sobre el mostrador y con inusitado aplomo, dijo: “¿Esto alcanza, no?”. En el pañuelo, solamente había unas cuantas monedas… Mirando el pañuelo con una tierna mirada que expresaba una mezcla de ilusión y tristeza, le dijo: “Sabe, desde que murió mi madre, mi hermana me ha cuidado con mucho cariño y la pobre nunca tiene tiempo para ella…”. “Hoy es su cumpleaños y estoy segura que ella estará feliz con este collar, porque es justo del color de sus ojos...”
El empleado miraba al dueño sin saber que hacer o decir, pero éste sólo le sonrió a la niña, y se fue a la trastienda, y personalmente, lo envolvió en un espectacular papel plateado e hizo un hermoso moño con una cinta azul. Ante el estupor del empleado, el dueño colocó el hermoso paquete en una de las exclusivas bolsas de la joyería y se lo entregó a la pequeña diciéndole: “Toma, llévalo con cuidado”.
Ella se fue feliz saltando calle abajo.
Todavía no había terminado el día, cuando una encantadora joven de cabellos rubios y maravillosos ojos azules entró en el negocio. Colocó sobre el mostrador el paquete desenvuelto y preguntó: “¿Este collar fue comprado aquí?”. El dueño, con una respetuosa sonrisa le dijo: “Si, señorita, este collar es una de las piezas especiales de nuestra colección exclusiva. Y en efecto, fue comprada aquí esta mañana”. _ ¿Cuánto costó?. _ Lamento no poder brindarle esa información, señorita. Es nuestra política, que el precio de cualquier artículo, siempre es un asunto confidencial entre la empresa y el cliente. “… Pero, mi hermana sólo tenía algunas monedas que ha juntado haciendo muñecas de trapo con ropa vieja, pues mi sueldo es demasiado modesto y apenas alcanza para sobrevivir. Este collar ciertamente no es una fantasía, y ella simplemente no tendría dinero suficiente para pagarlo…”. El hombre tomó el estuche, rehizo el envoltorio casi ceremoniosamente, y con mucho cariño, colocó de nuevo la cinta diciendo, mientras se lo devolvió a la joven. “Ella pagó el precio más alto que cualquier persona puede pagar: Ella dio todo lo que tenía”.
El silencio llenó el local y las lágrimas rodaron por el rostro de la joven, mientras sus manos tomaban el paquete, y salía de allí lentamente, abrazándolo fuerte contra su pecho.
“Si un día tienes que elegir entre el mundo y el amor, Recuerda: Si eliges el mundo quedarás sin amor, pero si eliges el amor, con él, conquistarás al mundo”. -- Albert Einstein
Ahora, solamente, tomate unos minutos y piensa en el amor de Dios hacia ti
¡Que Dios te bendiga!
Bruno González
01 de noviembre del 2009
“De parte del Señor es esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos. Este es el día que hizo el Señor; Nos gozaremos y alegraremos en él”.
Salmo 118:23-24
Dijo Shakespeare en una ocasión: “Sufrimos demasiado por lo poco que nos falta y gozamos poco de lo mucho que tenemos”.
No se cuantas veces, quizás has escuchado esas palabras, que yo ya perdí la cuenta de las veces que las he oído, esas palabras son tales como: “Si tuviera un mejor coche…, si tuviera una mejor casa…, si tuviera un mejor esposo/a…, si tuviera más dinero…, si tuviera un mejor trabajo…, si mis hijos ya fueran adultos… Entonces y solo entonces, podría disfrutar más de la vida, dedicar más tiempo al Señor, ofrendar más, dedicarme más a mi familia y amigos, pero…, como tú puedes imaginarte, este mundo está montado de tal manera, que tengo que dedicar demasiadas horas a conseguir “estas cosas mejores”; que realmente no me queda tiempo para disfrutar de las otras. Pero, seguramente más adelante, tendré tiempo de vivir y gozar de las cosas que realmente son buenas.
Párate a pensar por un momento, si todas esas cosas que tú llamas “mejores”, realmente son necesarias y útiles para tu felicidad. Piensa por un momento en todas las bendiciones que ahora mismo tienes de Dios. Piensa quizás, en cuantas veces, no habrás comido por falta de comida a tu mesa…, cuantas veces has tenido que dormir al aire libre por no tener un techo donde dormir…, cuantas veces habrás llegado cansado del trabajo y has podido disfrutar de una ducha caliente y una buena cena…, cuantas mañanas te has levantado y has podido seguir disfrutando del sol, la lluvia…, cuantas veces habrás ido a un restaurante y has tenido el placer de sentarte a una mesa, disfrutar de una buena comida y que otras personas te sirvan… ¿Crees que no eres un privilegiado?.
Si crees que lo eres, al igual que yo lo creo, levántate cada día, dándole gracias a Dios, por concederte tantas bendiciones. Y no vuelvas a quejarte más, por esas cositas pequeñas, que quizás tú dices que te faltan para poder ser realmente feliz. Vive cada día, como si fuera el último que tienes para vivir. Y piensa que cada cosa que tienes, es un regalo que Dios te da, para que puedas darle gracias.
Alguien dijo en una ocasión: “El pasado es historia, el futuro es incierto, el presente es un regalo, por eso se llama presente”.
Hoy tenemos una nueva oportunidad, para disfrutar de todo lo bueno que tenemos en este presente de Dios.
Que Dios te bendiga.
Bruno González
25 de octubre del 2009
“Se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciño. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido”.
Juan 13:4-5
Ernest Hemingway dijo en una ocasión: “El secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad”.
Hace unos 5 años atrás, y mientras estudiábamos en el seminario, el Señor nos concedió el privilegio, a mi esposa y a mí, junto con otros hermanos y amigos, de viajar a Israel, la tierra elegida por Jesús para nacer, vivir, sufrir, morir y resucitar.
Este es uno de esos viajes, con el cual uno siempre había soñado. Poder visitar todos esos lugares, que marcaron un antes y un después en la historia de la humanidad. Ya que por ahí, fue por donde el Señor Jesús decidió caminar, para dejar una huella imborrable en los corazones de todos los que le amamos y hemos decidido seguirle.
Muchos de los lugares que visitamos, nos impresionaron. Pero entre esos lugares, estaba el aposento alto, donde el Señor celebró esa última cena con sus discípulos.
Mientras ellos cenaban, el Señor hizo algo propio de los esclavos. Y era lavar los pies de sus discípulos. En aquel entonces y por aquellos caminos polvorientos, era normal, que cuando entraran a una casa, los sirvientes, les ofrecían lavar sus pies. Pero en esta ocasión, fue nada más y nada menos, que el Señor, el Rey y Dueño del Universo, el que decide, ceñirse esa toalla, y comenzar a lavar los pies de sus discípulos.
Yo me pregunto, si hubiese estado sentado a esa mesa, si sería capaz, de haber tomado la iniciativa, como tomo el Señor, y lavarle los pies, no solo al Señor, sino también al resto de los discípulos…
Pero pensando en esto, hoy, todos nosotros, tenemos una nueva oportunidad de hacerlo con nuestros semejantes.
El Señor dijo, en el vers. 14: “Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros”.
Quizás hoy sea un buen momento, para que te pares y pienses, como tú puedes ser de bendición para otras personas. Pensar en que maneras puedes ayudarles “a lavar sus pies”. Quizás necesitan una palabra de perdón, de ánimo, de misericordia…
Quieres ser alguien grande y parecerte a Cristo, el secreto está en ser humilde e imitarlo.
Que Dios te bendiga.
Bruno González
19 de octubre del 2009
“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!”.
Filipenses 4:4
Alguien dijo en una ocasión: “La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar”.
¿A quién no le gusta disfrutar de la felicidad?. Disfrutar de todo lo bueno, que la vida tiene para darnos. Pero si nos ponemos a analizar lo que significa, la "felicidad", seguro que cada uno de nosotros, tendríamos una definición propia de lo que eso significa.
Por ejemplo, el diccionario de la lengua española dice: 1) “Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien. 2) “Satisfacción, gusto, contento”.
Para unas personas, quizás la felicidad sería, disfrutar de todas las comodidades posibles. Tener un buen coche, una buena casa, una buena cuenta bancaria...
Para otros, quizás la felicidad tendría que ver con, poder disfrutar de la pareja, los hijos, unos buenos amigos…
Quizás para otros, sería poder viajar, conocer nuevas culturas, disfrutar de nuevas comidas, pasear por la playa, ciudad o montaña...
Para otras personas, quizás sería ir de comprar por las grandes galerías comerciales, por los pequeños mercados de pueblo...
¡Guau!, se me hace la boca agua, solo de pensar en estas cosas.
Pero cuando pensamos en todas estas cosas loables como manera de disfrute o felicidad, que pocas veces pensamos en disfrutar y ser felices, gozando y pensando en el Creador de todo lo que nuestros ojos, orejas y manos, pueden llegar a ver, oír y palpar.
Pablo, quien escribió este versículo del encabezamiento, le estaba diciendo a estas personas, a las que la carta iba dirigida, que se regocijaran en el Señor siempre. Y Pablo, tenía autoridad para decir esto, porque cuando él estaba escribiendo estas palabras estaba en la cárcel. Y para muchos, quizás este no es un lugar para estar tremendamente dichosos o felices. Pero la felicidad de Pablo, no estaba sustentada en cosas vanas o pasajeras que nos puede ofrecer este mundo. Su felicidad, estaba sustentada en el auténtico dador de la felicidad, JESUCRISTO.
Groucho Marx dijo en una ocasión: “Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…”.
Hoy tú eliges que tipo de felicidad prefieres. La que Pablo nos habla, o la felicidad de la que nos habla Groucho Marx.
Es simplemente una cuestión de prioridades. Tú decides.
Que Dios te bendiga.
Bruno González
11 de octubre del 2009
“El rey le dijo: ¿No ha quedado nadie de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia de Dios?. Y Siba respondió al rey: Aún ha quedado un hijo de Jonatán, lisiado de los pies… Y moraba Mefi-boset en Jerusalén, porque comía siempre a la mesa del rey; y estaba lisiado de ambos pies”.
2 Samuel 9:3 y 13
Alguien dijo en una ocasión: “Todo acto de bondad es una demostración de poderío”.
La historia que encontramos en 2ª Samuel 9, es una de esas historias, que realmente a uno, le ponen “la piel de gallina”. Ya que es un relato que nos habla, de como todo un rey, decide tener misericordia de un sencillo lisiado de los pies o inválido.
Hay tantos detalles en esta historia, que no podrían resumirse en una sola hoja, así que, simplemente me voy a detener en algunos de ellos.
Este lisiado de los pies, no era una persona cualquiera. Él venía de una clase real. La sangre azul de la realeza corría por sus venas. Este Mefi-boset, era nada más y nada menos que el nieto del primer rey de Israel, Saúl. E hijo del mejor amigo de David, Jonatán.
Quizás este Mefi-boset, estaba destinado a ser un día rey, ya que era heredero por su abuelo Saúl. Seguro que en sus sueños de niñez ya se vería gobernando una nación. Pero por circunstancias de la vida, de la noche a la mañana, todos sus sueños de niñez se fueron al traste. Y en un abrir y cerrar de ojos, pasó de ser príncipe, con posibilidad de algún día ser rey, a ser un completo desconocido, y encima, lisiado de los pies.
Me imagino, que ya todos sus sueños, se habían quedado en el anonimato. Pero, de la misma manera que en un abrir y cerrar de ojos, Mefi-boset, lo había perdido todo. Ahora viene un rey, David, y le ofrece, no solo recuperar todo lo que tenía, sino también, el que cada día pudiera comer a la mesa del rey.
¡Guau!, “cosas del destino o milagro de Dios”.
Cuantos hijos de Dios, hoy día, van por la vida siendo “lisiados del alma”. Pensando que quizás el destino les jugó una mala pasada, o que la vida no les dio la oportunidad que ellos esperaban… Y hoy viven sin recordar, que si han creído en el Sacrificio de Jesús en la Cruz, pasan a ser hijos del “Rey de reyes y Señor de Señores”, y con todo el derecho de reinar con el Señor.
Hoy te animo, a que levantes tu cabeza, mires a la Cruz de Cristo y camines por la vida, sabiendo y recordando que eres un príncipe. No vivas más, siendo un “lisiado del alma”.
Que Dios te bendiga.
Bruno González
04 de octubre del 2009
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”.
Mateo 11:28
San Agustín de Hipona, dijo en una ocasión: “Dios no manda cosas imposibles, sino que, al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y pedir lo que no puedas y te ayuda para que puedas”.
Hay una antigua tradición judía que cuenta, que el Señor Jesús, dijo estas palabras del versículo 28 de Mateo 11, a la caída de la tarde, cuando la gente venía de las afueras de la ciudad, de sus trabajos, de sufrir el duro calor del día, de sufrir quizás a un mal jefe, o compañeros que solo intentaban hacerles el trabajo mucho más duro y difícil…. Después de haber estado toda la jornada trabajando sin parar, la gente iba entrando por las puertas de la ciudad, pensando en darse una buena ducha, disfrutar de una buena cena y deseando descansar en el confort del hogar. Muchos quizás, vendrían pensando en sus preocupaciones y agobios propios de la vida, y realmente se sentirían cansados.
Nosotros hoy, como las personas de hace unos 2000 años, a los cuales el Señor les dedica este hermoso versículo, quizás podemos estar preocupados o agobiados por tantas cosas, que están robando la Paz de nuestros corazones. Quizás estamos preocupados por esa hipoteca que nos trae de cabeza, quizás los gastos de educación de los niños, los recibos del médico, esa enfermedad que nos mantiene en incertidumbre, ese trabajo que no sabemos si lo podremos mantener o no, ese futuro incierto…. Y podemos vernos, como que sobre nuestra cabeza, solo hay nubarrones y una masa gris, que no nos permite ver más allá de esas nubes.
Pues el Señor nos recuerda a cada uno de nosotros, que si venimos a Él, nos dará descanso. Y no será un descanso cualquiera, será un descanso, donde podremos sentirnos protegidos de cualquier nubarrón o masa gris, que ronde sobre nuestra cabeza.
Sigue contando esta antigua tradición judía, que cuando la gente entraba por las puertas de la ciudad, Él les estaba esperando a la puerta, para lanzarles esta invitación, para que pudieran disfrutar de Su presencia y de Su descanso.
Hoy tú decides, si quieres disfrutar de la invitación del Señor o no. Él no obliga a nadie, simplemente invita. A ti y a mi nos toca decidir. Yo te invito, a que decidas descansar en los brazos del Señor.
Que Dios te bendiga.
Bruno González
29 de septiembre del 2009
“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”.
Mateo 16:26
Poco antes de morir, Frank Sinatra dijo: “Siento que estoy perdiendo”.
Y el gran Winston Churchill, dijo antes de caer en coma y morir nueve días después: “Estoy aburrido de todo esto”.
Cuando nos ponemos a pensar en lo que el mundo llama “éxito”, sin lugar a dudas, pensaríamos en grandes personajes de la historia, que de una u otra forma han disfrutado de la admiración y el aplauso de muchos otros.
Pero pensando en la vida de muchas de estas personas, a los cuales otros llaman, “personas de éxito”, me pregunto: ¿Realmente fueron hombres y mujeres de éxito?... Muchos de ellos, terminaron sus días, cuando ya la luz de su vida se estaba apagando, sintiéndose realmente vacíos e infelices.
¿Es eso éxito? ¿Es ese el éxito que te gustaría disfrutar? Realmente, ¿te gustaría disfrutar del aplauso, de la fama, de la admiración, del dinero, etc., que otros han llegado a almacenar en la vida, y que luego terminaras tus días, diciendo, como muchos de estos personajes famosos, “Siento que estoy perdiendo”?. Es eso lo que quieres para tu vida.
Se que el aplauso, la admiración, la fama, el dinero, etc., son muy tentadores para cada uno de nosotros. Pero ese, no es el verdadero camino a la felicidad. Jesucristo, el Hijo de Dios, nos dice en Su Palabra, que de que le vale al ser humano ganar todo esto y perder su alma.
¿Quieres ser un hombre o una mujer de éxito en la vida? Vive cada día, intentando agradar a Dios en todo aquello que hagas. Se un buen padre, madre, hijo/a, hermano/a, etc. Enséñales a los que están a tu alrededor, que ser un hombre o una mujer de éxito, es amar como Dios amó, es vivir como Él vivió, y es dejar la huella que él dejó en la humanidad.
Hay un antiguo proverbio, que se usa en medio oriente y dice así: “Cuando naciste lloraste y el mundo se alegró, vive ahora de tal manera, que cuando tú mueras, el mundo llore y tú te regocijes”.
Tú decides que tipo de éxito y que tipo de huellas quieres dejar en la vida.
Dios te bendiga.
Bruno González
21 de septiembre del 2009
“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces”.
Jeremías 33:3
Blaise Pascal, Científico, filósofo y escritor francés, dijo en una ocasión: “Sólo conozco dos tipos de personas razonables: Las que aman a Dios de todo corazón porque le conocen, y las que le buscan de todo corazón porque no le conocen”.
Cuando Alexander Graham Bell, este hombre visionario inventó el teléfono, pocos creían que este invento, sería de tanta utilidad en nuestros días. Este útil invento, consiste en la transmisión de sonidos a la distancia usando la electricidad.
Seguramente, todos nosotros, en algún momento de nuestra vida, o durante este año, o durante este último mes, o semana, e incluso día, hemos usado este invento para comunicarnos con alguna persona. Prácticamente “nos sentiríamos incomunicados”, sino pudiéramos usar el teléfono.
Ahora, todo tiene un precio. Bien es cierto, que con las nuevas tecnologías, podemos hacer llamadas a larga distancia a precios muy económicos. Pero al fin y al cabo, tiene un precio.
Hoy existe un número de teléfono, completamente gratis y que está a la disposición de todas aquellas personas que quieran usarlo. Y para usar este teléfono, no necesitas usar la electricidad, ni cualquier otro invento moderno para poder hablar. Ese número de teléfono, tiene un coste cero y una recompensa altísima.
Ese teléfono tiene línea directa con Dios. Su número es: Jeremías 33:3 . Y te puedo asegurar, que cuando llames a ese número, nunca te saldrá un contestador automático, ni una musiquita que te haga esperar por varios minutos, ni un robot que te diga que pulses diferentes números según la opción que quieras usar, ni tampoco te saldrá una secretaria, que te dirá si la persona con la que quieres hablar, está disponible o no.
Quiero animarte, a que pruebes a llamar a este número cada día, y verás como muchas cosas cambiarán en tú vida, a partir de estar en continuo contacto, con la persona que está al otro lado de la línea. Esa persona, que no es otra, que el Señor Jesús, atenderá cariñosamente tu llamada, y te dará una respuesta, conforme a Su Voluntad, para cada una de tus consultas.
Yo, ya lo he probado, desde hace unos 25 años, y te aseguro que funciona. Jamás salí defraudado, al llamar al teléfono de Dios.
Dios te bendiga.
Bruno González
14 de septiembre del 2009
“Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado, dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo…. Entonces dijo Esaú:… ¿Para qué, pues, me servirá la primogenitura?.... Así menospreció Esaú la primogenitura”.
Génesis 25: 29-34
Benjamin Franklin dijo en una ocasión: “Quienes son capaces de renunciar a la libertad esencial a cambio de una pequeña seguridad transitoria, no son merecedores ni de la libertad, ni de la seguridad”.
Que triste es la historia que encontramos en el pasaje bíblico del encabezamiento. Pero que real y que parecida, a la de tantas personas, que son capaces de vender o renunciar a la libertad más esencial, por una pequeña seguridad pasajera.
Esaú es el prototipo de persona, que pone todo su empeño, fuerza y energía en cosas, que no tendrán ningún valor eterno. Toda su vida está centrada en esas comodidades pasajeras, que al fin y al cabo, no nos darán la felicidad, sino que nos mantendrán ocupados y preocupados, en sus afanes y ansiedades.
Esaú se convirtió en un profano, como dice el libro de Hebreos. Y profano, dice el diccionario que es: “La persona que no demuestra respecto debido a las cosas sagradas”.
Hoy día, hay tantas personas por el mundo, incluido cristianos, que prometían tanto, cuando comenzaron su carrera por la vida, que en algún momento, decidieron acariciar “ese plato de lentejas que ofrecía el mundo”; no solo lo acariciaron, sino que comenzaron a degustarlo, y a repetir tanto de ello, que se fueron desviando del camino que el Señor había preparado para cada uno de ellos.
Una mala decisión fue la que arruinó la vida de Esaú para siempre. Una mala decisión nuestra, en un momento dado, podría arruinar todo aquello que el Señor tiene preparado para nosotros. Tanto ahora, como en el futuro.
La primogenitura, le daba derecho al hijo mayor a una doble porción de la herencia del padre, y a ser el sacerdote y la cabeza de la familia.
Tú decides, si quedarte con la primogenitura y las bendiciones de Dios, o disfrutar del “plato de lentejas que ofrece el mundo”.
Dios te bendiga.
Bruno González
6 de septiembre del 2009
“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiera debajo del cielo tiene su hora… Tiempo de callar, y tiempo de hablar”.
Eclesiastés 3: 1 y 7b
Hay un proverbio indio que dice: “Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que tu silencio”.
Desde que nos despertamos en la mañana, hasta que nuestros ojos se cierran en la noche, e incluso a media noche en medio del sueño, estamos continuamente oyendo ruidos y escuchando palabras.
Decía el escritor Ernest Hemingway: “Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar”.
Si importante es, saber cuando tenemos que hablar, no menos importante, es saber cuando tenemos que callar. Porque al fin y al cabo, las palabras en si mismas, no son ni buenas ni malas. Lo que pueda hacer buenas o malas las palabras, son el uso que nosotros podamos darles.
Tú puedes usar tus palabras, para ser de ánimo, aliento, estímulo, bendición, etc., para otras personas. Pero también tus palabras, pueden ser usadas para causar daño a otras personas.
Decía Salomón en el libro de Eclesiastés, que todo tiene su tiempo. Y entre esos tiempos, estaba el de callar y el de hablar. Pensemos por un momento, como estamos usando nuestras palabras cada día, y reflexionemos sobre si producen bendición o causan daño en la vida de los que nos escuchan.
Quizás tengamos que contar hasta 10, o hasta 100, antes de que en momentos de nerviosismo o ira, podamos decir aquellas palabras, de las cuales después tengamos que arrepentirnos toda la vida.
Santiago también nos decía en su Epístola, que aunque nuestra lengua es uno de los músculos más pequeños de nuestro cuerpo, tiene el poder para controlar a toda la persona e influenciar todos los aspectos de nuestra vida.
Por lo tanto, pidámosle cada día a Dios, que nos ayude a controlar nuestra lengua, para que cada vez que salgan palabras de ella, puedan ser usadas como un medicamento, que puedan traer sanidad y bendición a todas aquellas personas que las oyeran.
Que el Señor te bendiga.
Bruno González
30 de agosto del 2009
“Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario…. Pero en seguida Jesús les habló diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy no temáis!”.
Mateo 14:24 y 27
Os lo confieso: ¡Me gusta el fútbol!. Ese deporte que aquí en Norteamérica llaman soccer.
Te podrá gustar el fútbol o no, pero lo que no cabe duda, es que es uno de esos deportes, que mueve masas y levanta pasiones.
Desde hace unos 10 años o así, me he comenzado a fijar en un equipo de fútbol que juega en la liga inglesa. Este equipo es el Liverpool. Y por lo que me he fijado en este equipo, es por su himno, que cantan siempre antes de comenzar cada partido, durante el mismo y al finalizar el partido. Ganen o pierdan, sus aficionados siempre están cantando este himno, que lleva por título: “You’ll never walk alone”.
Y su traducción al español dice: “Cuando camines atravesando una tormenta, mantén bien alta la cabeza y no te preocupes por la oscuridad. Al final de la tormenta hay un cielo dorado y el dulce y argentino canto de una alondra. Camina a través del viento, camina a través de la lluvia. Aunque tus sueños se vean sacudidos y golpeados. Sigue caminando, sigue caminado, con esperanza en el corazón. Y jamás caminarás solo… Nunca caminarás solo. Sigue caminando, con esperanza en el corazón. Y jamás caminarás solo… Nunca caminarás solo”.
Quizás en estos momentos, cuando estás leyendo este pequeño pensamiento, pueda ser, que estés atravesando una tormenta en tu vida. Quizás, como por la que estaban atravesando los discípulos en estos versículos del encabezamiento. Donde ellos estaban, en el lugar donde el Señor les había mandado, pero, sin embargo, estaban en medio de una tormenta, y el Señor “parece”, que no estaba allí para ayudarles. Pero luego, el Señor, llegó en su momento, para poner Paz en la tormenta y en sus vidas.
Quizás tú sientas, que las olas de tu tormenta, son demasiado grandes, como para que el Señor pueda venir a tu encuentro. Piensa, que para el Señor, no hay nada imposible.
Y el Señor, en su momento, vendrá a tu vida para susurrante al oído y decirte, como les dijo a estos discípulos: ¡Ten ánimo; Yo soy, no temas!.
Que el Señor te bendiga.
Bruno González
23 de agosto del 2009
“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio?. Corred de tal manera que lo obtengáis”.
1 Corintios 9:24
San Agustín dijo en una ocasión: “Es mejor cojear por el camino que avanzar a grandes pasos fuera de él. Pues quien cojea en el camino, aunque avance poco, se acerca a la meta, mientras que quien va fuera de él, cuanto más corre, más se aleja”.
Durante nuestro primer año de matrimonio, mi esposa y yo, vivimos en una casa, que justo en frente de la misma, tenía un estadio de fútbol, con una pista de atletismo. Y cada día, podíamos ver desde nuestra terraza a mucha gente, tanto corriendo, como caminando por esa pista de atletismo. Me imagino, que muchos de ellos, caminarían y correrían, simplemente por cuidar su salud.
Luego pensando en esto, y en la carrera propia de la vida, muchos estarán corriendo o caminando, quizás sin saber cual es su meta o destino final. Algunos, quizás correrán, pensando que aquí en la tierra se queda todo, por lo tanto, “vivamos la vida loca”. Otros quizás correrán, pensando que podrán llevarse muchas posesiones a la otra vida y otros, quizás correrán, simplemente por correr, pero sin saber a donde van.
Pablo, les escribe a estos corintios, y usa una ilustración con la cual ellos estaban muy familiarizados. Los juegos atléticos y olímpicos, que habían sido fundados por los propios griegos. Y les dice, que en esa carrera, son muchos los atletas que corren, pero solo uno, es quien se lleva el premio. Y el premio en ese caso, consistía en una guirnalda o diadema con hojas verdes que se daba al ganador de la carrera.
Y Pablo, anima a estos corintios, a que corran su carrera, de tal manera, que puedan alcanzar su premio. Un premio, que no sería algo corruptible, sino algo incorruptible.
Recapacita y piensa: ¿Cómo puedo alcanzar la victoria en la carrera de la vida? ¿Estoy realmente corriendo hacia alguna meta?, o simplemente, ¿corro por correr?.
Corre tu carrera, de tal manera, que cuando llegues al final de ella, puedas decir como Pablo a Timoteo: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”. 2 Timoteo 4:7
Dios te bendiga.
Bruno González
17 de agosto del 2009
“Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría”.
Salmo 90:12
Benjamin Franklin dijo en una ocasión: “Si el tiempo es lo más caro, la pérdida de tiempo es el mayor de los derroches”.
No tengo tiempo. Esa es una de las frases más usadas en nuestros días. ¿Cuántas veces, quizás habrás hoy decir esa frase?, ¿Cuántas veces, quizás la has usado tú mismo?... Reflexionando sobre ello, tengo que reconocer, que yo mismo la he usado muchas veces. Y lo cierto, es que si sigo reflexionando, el problema, no es que no tenga tiempo, sino que pierdo mucho tiempo en cosas, que realmente no son tan importantes.
Dios, que es Omnisciente (Del latín omnis, todo y sciens, -entis, que sabe), por lo tanto, que lo sabe todo. Èl fue quien creó el tiempo. Y lo creo para que nosotros pudiéramos aprovecharlo y disfrutarlo. Pero lo cierto, es que perdemos mucho tiempo, en cosas, que al fin y al cabo, no van a repercutir en que tengamos una vida más feliz y dichosa.
El autor de este salmo 90, Moisés; le pide al Señor en su oración, que le ayude a evaluar el uso del tiempo a la luz de la brevedad de la vida, para que pueda distribuir sus días de la manera más sabia posible. Y no hay manera más sabia, que dedicar esos días, que el Señor nos permite vivir, en dejar una huella en aquellas personas que Dios pone a nuestro alrededor.
El tiempo es un bien que se cotiza muy al alza, por tanto te animo a que no lo derroches, sino que cada mañana al levantarte, puedas pedirle a Dios, como lo hizo Moisés en su oración, que te ayude a distribuir tu tiempo, de tal manera, que cuando acabes tu carrera aquí en la tierra, puedas decir como el apóstol Pablo: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”.
Aprovecha este día, para decirle a tus seres queridos, cuanto significan para ti. Y aprovecha, para darle gracias a Dios por el tiempo que te permite vivir. Porque recuerda:“Dios creó el tiempo, pero el ser humano creó la prisa”.
Dios te bendiga.
Bruno González
9 de agosto del 2009
“Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger”.
Filipenses 1:21-22
Martin Luther King dijo en una ocasión: “Si el hombre no ha descubierto nada por lo que morir, no es digno de vivir”.
Diariamente los medios de comunicación nos están bombardeando con todo tipo de información, sea de la índole que sea. Y leemos, oímos y vemos a mucha gente dando su opinión al respecto de dicha información. Y nos quieren hacer ver y creer, que todas las opiniones son buenas, aun cuando muchas de ellas se contradicen entre sí.
Incluso cuando hablamos de valores eternos y de vivir una vida conforme a la voluntad de Dios, oímos muchas voces, y nos quieren hacer creer que todas esas voces están en lo cierto, aún cuando están contradiciendo aquellas verdades absolutas que tenemos en la Palabra de Dios.
Pablo, que había sido un hombre muy instruido, celoso de su religión, patriota como nadie, cumplidor de la ley, irreprensible…, como nos dice en el capítulo 3 de Filipenses. Él nos dice, que todas esas cosas, las tenía por basura, para ganar a Cristo.
Y como leemos en el versículo del encabezamiento, para Pablo, su vida había encontrado todo su sentido, solo viviendo para Cristo. Y si moría, él sabía que eso resultaría en beneficio suyo, ya que entonces su unión con Cristo sería perfecta, sin las limitaciones propias de la vida. Mas nos sigue diciendo, que la única razón por la cual está retenido en este mundo, es porque debe dar fruto en abundancia, lo cual consistía en llevar almas a Cristo y edificar a los creyentes para que hicieran lo mismo.
Pablo había descubierto algo digno por lo que morir, por lo tanto era una persona digna de vivir.
¿Has descubierto tú algo digno por lo que morir?. Te puedo asegurar, que lo único digno, por lo cual podemos morir en este mundo, es por la causa de Cristo. Y eso nos hace ser personas dignas de vivir.
Dios te bendiga.
Bruno González
3 de agosto del 2009
“Ahora, pues, temed al Señor y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid al Señor. Y si mal os parece servir al Señor, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos al Señor”.
Josué 24:14-15
Alguien dijo en una ocasión: “La vida es como una moneda, puedes gastarla, como tú quieras, pero sólo podrás gastarla una vez”.
Pensando en este texto de Josué, y viendo la vida como algo que solo tendremos la oportunidad de vivir una vez, puedo fijarme, que tanto Josué, como otros tantos ejemplos de personajes bíblicos, ellos decidieron Servir al Señor. Bien es cierto, que ellos podrían haber vivido su vida de cualquier otra manera. Pero no, ellos decidieron poner a Dios, como la prioridad, tanto de sus vidas, como de sus familias.
Querido amigo lector, Dios nos ha dado a cada uno de nosotros la libertad de poder decidir, como vamos a vivir nuestra vida. En este texto de despedida de Josué al pueblo, él les amonesta, a que no sigan a los dioses falsos a los cuales adoraron sus padres en el pasado. Y les exhorta, a que sirvan al Señor con integridad y verdad. Lo cierto, es que Josué no podía decidir por el pueblo, como ninguno de nosotros podemos decidir por otra persona. Pero Josué, les deja muy claro, cual iba a ser su decisión. Él les dice: “Yo y mi casa serviremos al Señor”.
En un mundo, donde los valores, la honestidad, la integridad, la fidelidad a Dios, etc., se ha dejado a un lado, y hoy, “vale todo” según el criterio de cada cual. Desde estas líneas queremos animarte a que recapacites y pienses, cuan importante es vivir la vida, de acuerdo a los criterios de Dios.
Porque aquí, nos estamos preparando para la eternidad. Y un día, cuando tengamos que partir de este mundo, y presentarnos ante el Dios del Universo, tendremos que darle cuenta por todo aquello que hemos hecho en nuestra vida aquí en la tierra.
Tú decides, como quieres gastar “la moneda de tu vida”. Yo, como Josué, junto con mi familia, hemos decidido; SERVIR AL SEÑOR.
Dios te bendiga.
Bruno González
26 de Julio del 2009
“Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?”
Salmo 42:1-2
Tómate un minuto y pregúntate: ¿Qué cosas, son aquellas que te producen Nostalgia?.
Dice el diccionario de la Real Academia de la lengua española, que Nostalgia, entre otras cosas es: Tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida”.
Pensando en esto, y en mis recuerdos de la infancia, siento nostalgia por amigos, por olores, por comidas...etc..
Es interesante ver, que el salmista de este salmo 42, cuando él lo está escribiendo, está exiliado en el extremo norte de la Palestina, y él siente nostalgia y suspira por regresar al Tempo en Jerusalén. Él siente un profundo deseo de volver a disfrutar la comunión con Dios. El salmista está experimentando una gran sequía espiritual.
Nuestro mundo, también está pasando por una época de tremenda sequía espiritual. Lo que diferencia al salmista en este salmo 42 de lo que vive nuestro mundo, es que el salmista, anhelaba volver a esa comunión con Dios. En cambio, en nuestro mundo hay mucha gente que quiere vivir dando la espalda a Dios.
¿Anhelas tú, recuperar esa comunión con Dios?. Realmente, ¿tienes tanta sed de Dios, como la de este animal bramando por las corrientes de las aguas?.
La última parte del versículo 2 nos dice: ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?. Esa pregunta, tiene una respuesta sencilla. HOY, AHORA, ESTE ES EL MOMENTO DE PRESENTARNOS ANTE DIOS. No dejes pasar ni un segundo más, para presentarte y disfrutar de Su Presencia. No sientas más nostalgia, es decir: (tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida). Comienza a disfrutar de todo lo bueno que tiene Dios para ti. Y recuerda, que todo lo que hagamos en esta vida, tendrá su eco en la eternidad.
Dios os bendiga a todos.
Bruno González
18 de Julio del 2009
“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”.
Josué 1:8
El 28 de Agosto de 1963, durante la marcha en Washington por el trabajo y la libertad en cuanto a los Derechos Civiles de todos los ciudadanos, Martín Luther King, brindó su más famoso discurso, en los escalones del monumento a Lincon en Washington D.C..
Él Tituló su discurso: I have a dream (Yo tengo un sueño).
Esta pequeña iglesia hispana en Surrey (Vancouver), comienza su andadura, a través de Internet en este mes de Julio, que a la vez coincide, con el servicio pastoral de este, vuestro humilde servidor, que tiene el privilegio, el honor, el placer y el reto, concedido por Dios y por su iglesia aquí en Surrey de pastorear esta iglesia y de escribirles.
Como iglesia, este mes, celebramos nuestro segundo aniversario. Este es un tiempo muy especial para nosotros como iglesia, ya que vemos como el Señor, nuestro Salvador, nos permite soñar, con lo que Él quiere hacer en y a través de nosotros, en esta hermosa tierra en Canadá. Este pequeño grupo, de unas 30 personas que comenzamos juntos este peregrinaje, nos sentimos como que el reto que se presenta ante nosotros es muy grande, pero no nos amedrentamos, ya que creemos que quien va delante de nosotros, es nuestro Gran Dios y Salvador Jesucristo.
Cada semana, con la ayuda del Señor, estaremos escribiendo una pequeña reflexión o pensamiento bíblico. Y esperamos que pueda ser de mucha bendición para todas las personas que quieran visitarnos en nuestra página Web. Oramos, para que Dios, os llene de ricas bendiciones, y podáis disfrutar cada día de Su Presencia. Y os pedimos, encarecidamente, que oréis por nosotros, para que podamos ser un instrumente, donde la Palabra de Dios, la Cruz de Cristo y su Resurrección, puedan ser levantadas, como un estandarte en nuestra sociedad.
Que este libro de Dios (Su Palabra), jamás se aparte de cada uno de nosotros.
Dios os bendiga a todos.
Bruno González